lunes, 21 de septiembre de 2015

Un Poquito de Historia de la Micología



Los hongos son conocidos por la humanidad desde hace milenios. Incluso la antigua ciudad griega de Micenas, fundada por Perseo según la leyenda, podría deber su nombre a un hongo: mykes, en griego. De ese término deriva la Micología, ciencia que estudia los hongos, al igual que un montón de términos relacionados, como micosis, micólogo, etc. (la raíz fung-, de origen latino, también es muy empleada).


Por supuesto, los hongos estaban aquí mucho antes que nosotros . Son los parientes más próximos de los animales, y como ellos, sin duda evolucionaron en el mar, en un periodo que abarca de 900 a 570 millones de años, es decir, antes del periodo Cámbrico. Y fueron, asimismo, de los primeros que colonizaron tierra firme. En el periodo Silúrico, hace más de 400 millones de años, ciertos hongos, como Prototaxites, dominaban el paisaje. Sus fructificaciones de 6 metros de altura eran las mayores estructuras vivas que se erguían sobre la Tierra. Sin duda, el hongo se alimentaba de materia orgánica, y tenía pocos enemigos. Los animales terrestres aún eran escasos: ciempiés y parientes próximos. Y desde entonces, los hongos vienen representando un papel esencial en todos los ecosistemas. Para ellos, los humanos somos unos recién llegados.


Los hongos son unos organismos que desde siempre nos han fascinado. Nos rodean por doquier, y han sido empleados para los más diversos y extraños menesteres, en ocasiones sin que fuéramos conscientes de ello. Por ejemplo, la fermentación. Los pueblos antiguos, como los egipcios, han usado a las levaduras para obtener cerveza, vino y pan (lo consideraban un don de Osiris). Los romanos celebraban las Bacanales, en honor a Baco, dios del vino. De hecho, la ingestión de bebidas alcohólicas, aparte de la euforia asociada, era necesaria para nuestros antepasados. El agua corriente, debido al desconocimiento de las medidas higiénicas, podía provocar desde diarreas a enfermedades más graves. En cambio, el vino y la cerveza eran inofensivos y además el alcohol servía de germicida. Por supuesto, las antiguas bebidas alcohólicas no eran tan fuertes como los licores actuales, fruto del desarrollo de las técnicas de destilación.


Al igual que el alcohol, los hongos han intervenido en la génesis de muchas religiones, ya que en ocasiones son necesarios para alcanzar estados alterados de consciencia. Los chamanes siberianos solían emplear la seta Amanita muscaria. Psilocybe cubensis, un hongo alucinógeno, es usado en ciertas ceremonias religiosas americanas. También se han utilizado carpóforos deFomitopsis officinalis (un yesquero) para tallar figuras sagradas. Incluso se llegó a creer que algunos hongos, como setas y trufas, eran directamente generados por los dioses (por el rayo de Júpiter, sin ir más lejos).


Micología como ciencia.


Las citas de hongos en tratados botánicos aparecen dispersas acá y allá en la antigua Grecia. El mejor ejemplo es el de Teofrasto (370-287 a. de C.), que describió a los hongos como "plantas imperfectas" y distinguió entre ellos a cuatro tipos principales.

Plinio el Viejo (23-79), el naturalista más importante de la Antigüedad, murió, como es sabido, por un exceso de celo en su labor científica (se acercó demasiado al Vesubio cuando la famosa erupción que destruyó Pompeya y claro...). Alguien tan curioso como él no podía resistirse a estudiar los hongos, esas criaturas tan fascinantes. Así, describió especies como Amanita muscaria, y advirtió del peligro de confundir las setas comestibles con las venenosas.

En cuanto a la Edad Media, no hubo tratados significativos que aportaran nuevos conocimientos sobre los hongos. Los estudiosos se limitaron a aceptar los textos clásicos de Plinio y Dioscórides. No obstante, en esa época los hongos causaron notables problemas, como es el caso del cornezuelo del centeno. (la enfermedad se relaciona sobre todo con los diversos alcaloides tóxicos presentes en los cornezuelos (esclerocios). Los alcaloides pueden causar serios problemas de salud tanto en seres humanos como en animales. Antes de que se comprendiera esta enfermedad, los cornezuelos fueron molidos junto con los granos del centeno y consumidos cuando la harina se utilizó para hornear pan. En la Edad Media, esto condujo a una terrible enfermedad en los seres humanos conocida como el «fuego sagrado» o «fuego de San Antonio». Hoy, el envenenamiento por el cornezuelo del centeno es sobre todo una preocupación para los animales que puedan recibir una alimentación contaminada o pastar donde las hierbas silvestres estén severamente infectadas con el cornezuelo)

Si avanzamos hasta el siglo XVI, la invención de la imprenta, con el consiguiente abaratamiento de los libros, supuso un avance para la divulgación del conocimiento comparable a lo que significa Internet en la actualidad. Las obras clásicas pudieron ser publicadas con tiradas mayores, así como los comentarios y nuevas aportaciones de diversos autores. Destacaremos a los italianos Mattioli y Cesalpino, y al español Andrés de Laguna. Por cierto, mientras que los primeros eran micófilos (venían de una zona donde se consumían las setas), Laguna era micófobo. Más importante fue la aportación de Clusius (Charles de l'Ecluse, 1526-1600), de la Universidad de Montpellier, que recopiló todo el saber micológico de su época. Podemos considerarlo como uno de los precursores de la moderna Micología.


La Micología se convirtió en una verdadera disciplina científica a lo largo del siglo XVIII. Puesto que la mayoría de hongos está constituida por organismos microscópicos, fue necesaria la invención del microscopio para acceder a su conocimiento. Si alguien merece ser llamado fundador de la Micología, este honor corresponde al botánico italiano Pietro Antonio Micheli, quien publicó en 1729 Nova Plantarum Genera. Es la primera clasificación moderna de los hongos. Además, Micheli observó al microscopio las esporas de las setas y las células que las producían (basidios). Dedujo que las esporas eran sus "semillas". Por tanto, los hongos no surgían por generación espontánea, como muchos pensaban. Curiosamente, las sagaces observaciones de Micheli no fueron tenidas en cuenta por otros micólogos de su época. Citaremos, por la calidad de su trabajo y la belleza de sus dibujos, al francés Pierre Buillard (1758-1793).

Después de tan ilustres precursores (y algunos más, que no citamos para no resultar prolijos), el primer "gran maestro" de la Micología fue Christian Hendrick Persoon (1755-1836), nacido en África del Sur de padres holandeses. Destaca su obra "Synopsis Methodica Fungorum", donde clasificó más de 1500 especies. Otras obras importantes fueron "Traité sur les champignons comestibles" y "Mycologia Europaea". Pese a trabajar en soledad, sin ayuda, logró crear escuela, y su clasificación de los hongos sentó las bases de la labor de micólogos posteriores.
Y tras Persoon vino otro gran maestro que lo superó: el sueco Elias Fries (1794-1878). Fue un excepcional científico, que durante su larga vida de micólogo publicó 26 obras que son la base de la Micología moderna. Realmente, Fries marcó el camino a seguir para generaciones de micólogos, y se ganó el respeto de todos ellos.

Sin salir del siglo XIX, podemos destacar al inglés Cooke, que publicó 8 magníficos volúmenes con ilustraciones de hongos británicos. En Francia, el micólogo más importante fue Lucien Quélet (1832-1899). Además de ayudar a otros colegas en sus investigaciones, este autor combinó el estudio de las características morfológicas de los hongos con las observaciones microscópicas.


A partir de aquí, el número de micólogos ilustres aumenta considerablemente. Mención aparte merece el italiano Pier Andrea Saccardo (1845-1920). Se ocupó especialmente de los hongos microscópicos, los micromicetos, a diferencia de autores anteriores que prefirieron centrarse en setas, trufas y demás, bastante más vistosos. Asimismo, Saccardo se dedicó a recopilar TODAS las especies de hongos citadas desde tiempos de Persoon y Fries en su obra magna, el "Sylloge Fungorum". Entre citas, anexos y añadidos póstumos de su discípulo Berlese, fueron 26 volúmenes.


Respecto a la Micología en España durante el siglo XX, antes de la Guerra Civil hubo excelentes micólogos, como González Fragoso y el Padre Unamuno, que se ocuparon del estudio de los micromicetos, no de los hongos "superiores". No obstante, los botánicos prefirieron, en su inmensa mayoría, ocuparse de las plantas, más que de los hongos. Hubo ilustres excepciones que aportaron mucho a la Micología, como los doctores Font Quer, Losa España y Telesforo Aranzadi, o aficionados de la talla de Joaquim Codina. Asimismo, las asociaciones micológicas, que reúnen a especialistas y aficionados, han contribuido al avance del conocimiento de la diversidad de hongos de nuestro país. Es obligado citar a la guipuzcoana Sociedad de Ciencias Aranzadi, con una sección dedicada a la Micología.


A partir de la década de 1970, empezó a surgir en España una generación de micólogos, cuyo primer exponente, toda una referencia para esta ciencia, es F. de Diego Calonge. Desde esa fecha, muchos micólogos vienen desempeñando su labor en distintas universidades españolas. Muchos siguen en activo, publicando tanto en revistas nacionales como internacionales, a la par que efectúan una valiosísima labor de divulgación, en colaboración con las asociaciones micológicas.

Y el interés por el conocimiento de los hongos, tanto en los aspectos científicos como prácticos, sigue aumentando, por eso desde aquí os animamos a que los conozcáis in situ de la mano de nuestro experto micólogo.


(fragmento ual)
Jornadas micológicas todos los sábados de octubre.

Información y reservas en: lagartijas@ocionatural.com o en el telf. 638183430

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